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jueves, 23 de diciembre de 2010
martes, 14 de diciembre de 2010
La Casa de Michelle
sentimiento de impotencia, de rabia con este mundo donde todo se vende
y se compra, donde todo es desechable, donde estamos cada vez más
enajenados un@s de otr@s. La casa con la que sueño es un espacio en el
que pueda respirar. Un espacio que respire. Un espacio donde esa rabia
que se acumula en la cotidianidad, pueda transformarse en coraje. No
el coraje que te hace morir de iras, sino el coraje que te impulsa a
tomar iniciativa. Una casa en la que podamos plantearnos nuevas formas
de convivir, donde la discusión abunde y se festeje la diversidad. Una
casa en la que seamos concientes de nuestra huella. Imagino un espacio
donde la creatividad, y la intención se vuelvan contagiosas, una casa
que no esta sola, que forma parte de un barrio, de una ciudad, de un
planeta, un sistema solar y quien sabe que más! Una casa que actúa
como motor de cambio, y que a la vez es autocrítica y receptiva al
cambio dentro de si. Veo muchas plantas para alimentarnos y curarnos,
saboreo una comida deliciosa, siento la calidez de un hogar. Gracias a
tod@s por compartir las ideas sobre sus casas.
Por una casa en la que quepan muchas casas. salud.
un abrazo
michelle
jueves, 9 de diciembre de 2010
La Casa de Jose
Este es un gran sueño! Y como todo sueño puede volverse realidad! Apoyemos esta iniciativa desde dentro, o desde fuera, desde aquí o desde allá, a la final todos podremos aprender algo de esta nueva forma de HOGAR.
Un abrazo panitas
Pepino
jueves, 2 de diciembre de 2010
La casa de Paolina
La casa de Jean Claude, una casa flotando.
Se me ocurre alguna cosa a bote pronto, aunque el bote pronto es a veces el mejor consejero:
El eslogan de una casa en el aire me hizo pensar en eso, en una casa flotando. Tenemos la costumbre de construir sobre tierra firme, y eso a veces nos establece demasiado en el terreno y nos hace mas aburridos. Ahora con hijos, me intento remontar a mi niñez e intento recordar como me gustaba que fueran las casas.
Me gustaban las cabañas construidas por nosotros mismos. A ser posible, me gustaban las cabañas que colgaban de los arboles. Para llegar hasta ellas, lo mejor era una escalera larga de madera para subir, cuanto mas arriba mejor. Y para bajar, un palo de bomberos. Mi sueño era ir de cabaña en cabaña con una liana. Me imagino que era como vivir en la selva. Y me imagino tambien que allí arriba tomabas una nueva mirada sobre las cosas, te escapabas de un mundo por un rato en el que no podias hacer lo que querías. Ese era tu espacio, te pertenecía, nos pertenecia.
Recuerdo tambien una casa flipante en la que las sillas estaban insertadas en el techo. Accedias a ellas a traves de un tablón que recorría la pared. Si te sentabas en ella, te sentías suspendido a unos 4 metros de altura.
Me gustaban tambien las casas flotantes, sentirte que estabas navegando, en constante movimiento. Recuerdo una casa flotante en la que tenias que dar un buen salto para entrar. Si entrabas en ella de un salto, te habías ganado el derecho a estar dentro. Habia gente que lo intentaba varias veces, hasta que lo conseguía.
Otra cosa que todavía sueño a menudo es en una casa donde llevo muchos años viviendo y de repente descubro que abriendo una puerta que yo pensaba que era un armario lleva a una nueva habitación que antes no existía, donde aparecen de repente rincones por descubrir, pasadizos subterráneos y laberinticos.
En la entrada de la casa lo tengo claro, tienen que haber espejos deformantes. Un espejo en el que te miras y te ves mucho mas alto, otro que te hace tremendamente gordo, otro que te hace una cabeza enorme. Ya entras en la casa entre risas y descubriendo nuevas facetas tuyas y de los demas. Eso igual lo hare un dia en mi casa.
La Casa de la Chio
Genial sueño que tienen, y por eso se hará realidad.
Me acordé de un texto de Maturana. De ahí saqué las siguientes conclusiones para El delirio colectivo", de todas maneras adjunto el texto completo Biología del fenómeno social". (si estan interesados en el texto completo me lo piden nomas)
La idea de vivir en comunidad se constituye en un sistema social, porque.
2.Siempre un sistema social esta constituido por seres vivos. La conservación de la vida de sus componentes es la condición constitutiva de su operar. Por ejemplo, un conjunto humano que no incorpora la conservación de la vida de sus miembros no constituye un sistema social
3. Cada sistema social particular, es decir, cada sociedad, se distingue por las características de la red de interacciones que realizan. Así, por ejemplo, una comunidad religiosa, un club y una colmena de abejas, en la medida en que son sistemas sociales son sociedades distintas, porque sus miembros realizan conductas distintas (los comportamientos adecuados en cada una de ellas son diferentes) al integrarlas. Para ser miembro de una sociedad basta con realizar las conductas que definen a sus miembros.
4. Un sistema social es el medio en el que sus miembros se realizan como seres vivos y es ahí donde conservan su organización y adaptación. El sistema social opera como un selector del cambio estructural de sus componentes y de sus propiedades. En la medida en que son los componentes de un sistema social los que lo constituyen y realizan con su conducta, por lo tanto el sistema social selecciona las propiedades de los componentes de dicho sistema social. Toda sociedad es conservadora de su organización y de las características de los componentes que la generan.
Me pareció interesante, esta concepción de que el ser humano individual es social, y el ser humano social es individual y que todo conjunto de seres vivos es una organización social y que las pautas en en esa organización se definan entre sus miembros es lo que permitirá devenir como organismo vivo, es lo que me parece aporta en la comprensión, de que no solamente comparten un espacio sino una dinámica en la que se constituyen en lo humano.
Ojala me haya hecho entender.
Rocio
La casa de Katrin
La casa de Tamia, con el Olfato y el gusto
¿Y si pensáramos nuestra casa con el olfato y el gusto?
Ejercicio preliminar: cerrar los ojos y liberarse de la tiranía que ejerce la vista en nuestra percepción de las cosas. Pensar en un maracuyá. Abrirlo por la mitad, recordar su olor, su sabor, la textura de su pulpa, la improbable y sin embargo tan bien lograda unión entre lo ácido y el perfume sutil. Dejar que la boca se haga de agua. Nadie nos mira porque no miramos a nadie: tenemos los ojos cerrados. Renovar el ejercicio: un pedacito de chocolate, ají, mamoncillos...
Ahora entremos en la casa.
Las horas tempranas han de tener olor a café, ese olor que a mí me recuerda la casa familiar, el patio frío antes de la calidez de la cocina-comedor. La cocina y el comedor han de ser uno para que ningún olor ni sabor se extravíe en el camino de las ollas del fogón a los platos sobre la mesa.
La media mañana nos traerá, por ejemplo, olor a yeso y a pintura que prefigurará las máscaras de los niños que alguno de nosotros habrá reunido para desarrollar un taller.
Al medio día, en la hora sin sombra (no sé de dónde plagié esta metáfora... ¿Borges?), imagino un olor extendiéndose elásticamente por la casa durante el tiempo que necesita el grano de quinoa para abrirse. Seguramente la cocina estará precidida por la hermana/o, madre/padre, abuela/o, visitante que habrá aceptado enseñarnos un poco su arte.
En la tarde, cuando baja el sol y el calor, los olores se asientan. Es cuando nos sentaremos con un libro en las manos y hundiremos la nariz entre sus páginas para sentir su olor. Primitivo el gesto, si, pero necesario (y que alguien me diga como carajos hago para sentir el olor de un PDF). En casa habrá una biblioteca cuyos estantes nunca seran idénticos: algunos libros entrarán, otros saldrán.
Y, en la noche, cuando el frío nos hace acercarnos más los unos a los otros, percibiremos los restos de olor a leña en la lana de los sacos y en el cabello de quienes le habrán dedicado la tarde al pan y al horno.